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La vida urbana podría tener un impacto mayor de lo que se pensaba sobre el reloj biológico de los animales y los humanos, según los resultados de un estudio reciente.
Un equipo de investigadores escoceses y alemanes midió y comparó los ritmos circadianos de mirlos procedentes de hábitats rurales y urbanos en el área de Múnich, en el sur de Alemania.
Y encontraron que los pájaros de ciudad no sólo se levantaban más temprano sino que además descansaban menos durante el día que las aves que vivían en los bosques.
El estudio, que fue publicado recientemente en la revista especializada de biología Proceedings of the Royal Society B, fue realizado por la Universidad de Glasgow, en Escocia, y el instituto Max Planch de Ornitología de Alemania.
Para el estudio los investigadores examinaron ejemplares macho de mirlo europeo, denominado Turdus merula.
Cada ave fue equipada con un radiotransmisor ligero que registró sus niveles diarios de actividad en libertad durante 10 días.
Después, las aves volvieron a ser capturadas y estudiadas, antes de regresar a su hábitat natural.
Durante el cautiverio los investigadores analizaron constantemente sus ritmos circadianos en condiciones de laboratorio.
"Encontramos que los ritmos biológicos de los pájaros de ciudad en libertad diferían significativamente de los de sus pares de bosque", le dijo a la BBC la doctora Barbara Helm, del Instituto de Biodiversidad, Salud Animal y Medicina Comparativa de la Universidad de Glasgow, en Escocia.
"Como media, empezaron sus actividades diarias unos 30 minutos antes del amanecer, mientras que los pájaros silvestres del bosque empezaban el día al salir el sol", explicó la investigadora.
"Las aves de ciudad terminaron el día unos nueve minutos más tarde, lo que quiere decir que estuvieron activos unos 40 minutos más cada día", añadió.
La doctora confirmó además que "en condiciones de laboratorio constantes" pudieron comprobar que los ritmos circadianos de los pájaros urbanos estaban "claramente alterados".
"La vida urbana parece tener una pulsación diferente", comentó Helm.
Según los investigadores, estos resultados contribuyen al "consenso creciente" entre la comunidad científica de que las ciudades "tienen un impacto profundo sobre los relojes internos" de los animales y de los humanos.
Adaptación a la ciudad
Según el estudio, para poder seguirle el ritmo a la urbanización progresiva "los organismos tienen que lidiar con grandes cambios de hábitat".
Los cambios en la luz y en los ruidos han alterado las diferencias entre el día y la noche, y eso puede interferir con los ritmos circadianos, escriben los autores en la síntesis de su estudio.
Helm dijo que hace falta hacer más investigaciones para determinar si estos cambios pueden conllevar un incremento de los problemas de salud o si pueden estar relacionados con una mejoría funcional para la vida en zonas urbanas.
El equipo sugirió la posibilidad de que estas diferencias circadianas fueran resultado de micro cambios evolutivos en respuesta a fenómenos urbanos como la luz artificial y el incremento de los niveles de ruido.
Según los investigadores, estos resultados podrían potencialmente afectar a "otros organismos que colonizan hábitats urbanos y sugieren que el medio ambiente urbano puede modificar significativamente ritmos biológicos clave de los organismos silvestres.
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